TRIANGULO DE PODER Aún no lo puedo creer o sí; algo sospechaba. Pero jamás pensé que iba a ser tan parecido a aquel pensamiento que una vez tuve. Pasaron diez días del encuentro, se me repite la imagen de ese lugar, la mesa blanca con computadoras detrás de ese vidrio, rodeada de personas, ¿ o serían humanoides? Quien sabe. Observando desde allí. en aquella pantalla, las dos fuerzas, ¿realidades o grupos? No sé cómo llamarlos, tampoco recuerdo cómo me dijo que ellos los denominaban. Si recuerdo perfectamente lo expresado en relación a la función de ellos, de todas maneras, algunas cosas no me quedaron claras. Intentaré cumplir con la misión que me encargaron, que por supuesto no es fácil Vuelvo con mis pensamientos sobre lo que ví en esa pantalla. Personas, sí, simplemente personas, cada una en su rutina, en algún lugar que no pude saber cuál era, pero que me resultaba familiar. Algunas de ellas con anteojos de marco verde, las otras con anteojos de marco naranja. Pregunté si se trataba de un lugar donde los habitantes tenían dificultades en su visión. Me respondieron que no, los dueños de los discursos de poder, se los habían mandado a colocar para que vieran a través de ellos la realidad que los poderosos querían que viesen. No entendí nada ¿o me asustó comprender? Él se dió cuenta que me sentía confundida. Me explicó: “Se trata de un triángulo formado por dos discursos donde se encuentra la mayoría y una tercera parte donde está la minoría. Nosotros somos los cuidadores del equilibrio en ese triángulo, donde los discursos más poderosos intentan suprimir a la minoría.

Claudia preguntó porqué la habían elegido a ella. Le respondieron que fue ella la que los había elegido, ya que se la pasaba cuestionando ambos discursos. lo pudieron apreciar en la pantalla, veían cómo los verdes y los naranjas buscaban estrategias para colocarle los anteojos y no lo lograban. Insistían y no podía encasillarla en ninguno de los dos lados. Por eso quedaba libre. Lo difícil era convivir en ese contexto de miradas cerradas. El GH, el Gran Humano, como ellos llamaban a la realidad surgida durante la pandemia : todos encerrados, aislados, con la incertidumbre y el temor a ser eliminados por algo que no se veía pero que estaba al acecho, había sido el escenario que propició colocar los anteojos con mayor facilidad. El sentido común había dejado de ser común. Aparecían con mas fuerza otros sentidos diferentes, impuestos desde afuera, no cuestionados, solo aceptados. Las personas optaban por uno u otro de acuerdo a vaya uno saber qué. ¿Y ahora qué voy a hacer con todo esto? Siempre fui curiosa, corriendo detrás del saber, para entender. Y de pronto, parece que el saber puede aplastarme. Me duele la espalda, la cabeza, mi cuerpo está pesado. “Tranquila- me dijo-no estas sola, nos iremos comunicando cada vez que lo necesites. Hay otras personas sin anteojos, buscálas. Trabaja con ellas en la trasmisión de conocimientos, en el respeto de las opiniones, de las diferencias, en dar valor a la vida de cada ser que habita el mundo real.” Se despidió. Abrí los ojos, sentí que había dormido una vida o vivido un sueño. Ya no me pesaba nada. Me levanté con fuerza, tenía mucho que hacer, de a poco y con paciencia. En ese encuentro dimensional, creí haber comprendido que el saber a mí me hacía sentir libre, pero a otras personas, quizás no, y lo entiendo porque mi primera sensación fue de temor. Muchas veces escuché la frase “prefiero no saber” o la de los últimos años “elijo creer”Es más fácil, así nos quitamos la responsabilidad de pensar, analizar y decidir con riesgo a equivocarse. En cambio, ser pensado, ser hablado, no tiene ese riesgo, pero sí tiene un costo alto, la pérdida de la libertad. Desde mi lugar continuaré la búsqueda de personas, que como en mi caso deciden mirar con ojos y sentidos propios, con el fin de colaborar en el equilibrio de ese triángulo formado por los discursos de poder. MARIANA SAVINA 22/01/25