Adiós a las aulas

Me mudé a la CABA desde Campana en 2011. Apenas mudado, conseguí trabajo en una empresa ultra tercerizada de servicios tecnológicos, pensando que tal vez podría encarar una carrera dentro del maravilloso y fantástico mundo de la informática. La realidad fue completamente avasallante. Tenía buenos compañeros, si, pero la alienación, el viaje al centro, la apatía, los tiempos muertos, la alfombra, los monitores de tubo, todo era agobiante. Para el 2014 no lo aguantaba más y por alguna razón desconocida ingresé al Profesorado de Educación Primaria en mi querido y bellísimo Mariano Acosta del populoso barrio de Once. Creo que fue una de las mejores decisiones que tomé, porque sin saberlo me di cuenta que la educación era mi vocación. Quizás en cierto punto eso estaba allí, en mi inconsciente de manera solapada y mezclada con mis infantiles deseos de ser médico. Mi vieja, doctora, y mi tío, doctor; todo hacia que hasta mis 19 años quisiera seguir esa carrera. Claramente no la seguí, pero el guardapolvo blanco, presente en la salud pública, también es un símbolo de la educación.

Hace unos días que se cumplió un año de la decisión que tomamos con Emi de venirnos a Misiones. No me arrepiento de nada, por más que extrañe mucho a mis amigues y familia. Tener una casa, un patio, el río cerca, es impagable. Pero también, hace varios días que vengo buscando la manera de hacerme a un lado de la docencia debido a los recortes salariales que la provincia de Misiones realizó sobre el sueldo docente. Hoy en día un docente de grado que recién entra al sistema cobra 161 mil pesos. Si, ciento sesenta y un mil pesos. Eso estamos cobrando desde diciembre. Es decir, eso cobramos el ultimo mes del 2023 (se “zafó” un poco por el aguinaldo), eso cobramos en enero y eso cobramos ahora en febrero. Según los últimos números para que una familia tipo no sea indigente, debe ganar por lo menos 200 mil pesos, o sea, en Misiones los docentes están por debajo de la línea de indigencia (según datos de fines de 2023).

Dada esa situación tomé la decisión de dejar la docencia, mi vocación, el espacio donde más he brillado, y comenzar a buscar algún laburo dentro del rubro de IT, de lo que sea, con tal de no estar por debajo de la línea de indigencia. No les miento: peloteo entre el miedo, la ansiedad, la tristeza, impotencia pero también la expectativa y esperanza. Sé que puedo conseguir trabajo pronto y que probablemente así sea, pero tener que dejar la enseñanza, aunque sea por un tiempo, es frenar un poco los latidos de mi corazón.

En la educación encontré un rumbo para mi vida, una vocación, una razón por la cual levantarme y sentir que estaba siendo útil para mi comunidad, para la sociedad, para mi patria. No me gusta hablar de mis logros, porque siento que mis logros no son míos sino son colectivos. Siempre pensé, sostuve y afirmé que en lo individual nada valgo, en lo colectivo me sumerjo y potencio. Y el aula, la escuela, los espacios educativos, siempre fueron eso para mi, un lugar donde potenciarme, pero fundamentalmente, un lugar donde devolverle a mi país, a mi sociedad, a mi patria todo lo que ella me dio. En medio de todo el descalabro, de la crisis, la miseria generalizada, la tristeza como bandera, el enojo como denominador común, sumergido en todo eso, el aula, la educación, fue un lugar de logros eternos, logros colectivos, claro. Porque que varios chicos de 6to grado de una escuela pública post pandemia, que apenas sabían leer y escribir, pudieran luego de un año de laburo escolar, escribir bellos cuentos y leer para todos sus compañeros, no es un logro mio, es un logro del grupo, es una construcción colectiva. Que un pibe de Posadas, que nunca había tocado una computadora, que apenas podía escribir, pudiese en un par de encuentros en el Conectar Lab animar un personaje y darle vida mediante código usando Godot Engine, es un logro colectivo de los pibes y de los talleristas que formamos parte del espacio.

Hay gente que me conoce y sabe de mi pasión por la educación. Yo no soy más que uno de los tantos maestros de la Patria que busca torcer los destinos de sus alumnos y alumnas mediante la educación. En este quehacer, le debo mucho a muchas personas que la vida, el destino o el universo tuvo la suerte de poner en mi camino para que pudiera aprender de ellas. Principalmente a algunos de mis docentes del Mariano Acosta, ellos saben quienes son; luego a mi última directora, Pia, con la cuál aprendí muchísimo. De hecho, también lo he dicho, de las cosas que más me costó dejar cuando decidí mudarme a Misiones fue el Colegio Septiembre. Allí aprendí muchísimo, fue un gran laboratorio de experimentación para mi. Y si bien era un colegio privado, eso a mi poco me importa: los niños y niñas son iguales en cualquier lugar. Porque, además, así como trabajaba en Septiembre, así me iba a trabajar a la escuela pública, con la misma impronta, el mismo empuje, la misma garra y ganas. ¿Había más dificultades en la pública? Si, claro, las realidades son distintas pero, ¿qué sería la vida sin dificultades? Un embole. Las dificultades de la vida son formas de buscar la autosuperación y la autosuperación es un camino necesario para poder formarse.

No quiero que se malinterprete, porque quizás algún futuro empleador me lea: no es que laburar en IT sea para mi algo tedioso. Claramente es una búsqueda que me interesa. Pero simplemente necesito un poco de catarsis en el cyberespacio. Porque si bien he estado en la trinchera del aula unos 7 años, que no es mucho, siento que fueron de los años más provechosos de mi todavía corta vida. Cuando uno está en el aula, o al menos a mi me pasaba, siente que hay esperanzas en el mundo, que todo puede mejorar, incluso estando en los “peores” cursos, incluso “bailando con la más fea”. A veces, sí, es cierto, parece que el aula es una batalla que ya perdimos, pero, ¿quién decide cuando se pierde una batalla? Jamás me he rendido, mi formación de karateka no me lo permite. Retroceder nunca, rendirse jamás. Recuerdo por ejemplo otro alumno, con tremendas dificultades para la lectoescritura, con claros síntomas de dislexia jamás diagnosticada los cuales le dificultaba horrores el aprendizaje. Pero aun así, insistiendo, preocupándome (y claro, enviando los informes correspondientes al Ministerio, totalmente al pedo porque nadie jamás se acercó a dar una mano) y trabajando durante 2 ciclos lectivos seguidos con él casi uno a uno, lograr que ese pibe pudiera ENTENDER lo que lee, pudiese escribir oraciones y textos coherentes...nunca me sentí tan orgulloso en mi vida como cuando sentí que con ese pibe pudimos construir aprendizaje.

De nuevo, no me gusta hablar de logros porque los logros son individuales, pero siento que en estos pocos años en el aula tuve la oportunidad de sembrar mucho. La buena siembra no depende en exclusividad del agricultor, hay muchos factores, como la tierra, el agua, las semillas, las plagas, etc. Siempre traté de generar las condiciones para que todo florezca y creo que siempre algo creció en las aulas donde anduve. Obviamente, hay cosas que se escapan de lo que uno pueda manejar pero mi corazón siempre está orgulloso de haber dado todo y más de mi en pos de la educación, que, creo yo, es uno de los motores para el crecimiento de nuestra Patria. Por supuesto, no es el único, la educación no va a arreglar todos los problemas del país como muchas veces quieren vendernos. Además, si fuera así cómo dicen, ¿por qué no asignan recursos, dinero, personal capacitado, etc?

Lamentablemente nos toca vivir una etapa muy jodida del país y puntualmente en esta bella provincia, una situación tremendamente injusta. ¿Cómo se puede odiar tanto a la docencia como para no solo recortarnos el sueldo sino además luego ofrecer porcentajes miserables de aumento? Para peor de todos los funcionarios responsables hacen la vista gorda, se la pasan subiendo pelotudeces en instagram y repitiendo slogans vacíos como “educación disruptiva” y estupideces varias. Peor aun son los colegas que fingen demencia, piden esperar, mientras al mismo tiempo hacen fila en las casas de usureros, venden electrodomésticos u otros bienes en Marketplace y revientan la tarjeta de crédito porque no hay forma de llegar al día 15 del mes. ¿Qué esperan esos colegas? Ni hablar de los sindicatos entreguistas que ya están viendo cómo tranzar con la patronal y dicen “entender la situación de la provincia”.

Sé que la escuela y los espacios educativos estarán siempre ahí. Nunca fue mi intención en la vida hacer mucho dinero. Siempre apunté a vivir tranquilo. Solo me interesa que al apoyar la cabeza en la cama pueda dormir en paz sabiendo que nunca cagué a nadie y que además aporté para la construcción de la patria que tanto amo. Ahora me toca arrancar otra aventura, una nueva. Una vez mi hermano me dijo que yo siempre puedo salir adelante en lo que me proponga porque cada vez que tengo que reinventarme lo hago sin problemas. Y creo que tiene algo de razón. También sé que siempre estarán allí esos maravillosos compañeros y compañeras docentes que me tocó cruzarme en la vida, sobretodo a mis colegas de Septiembre, desde las docentes hasta las secretarias y no docentes. Algunos, ni siquiera en la vida, sino en el cyberespacio, como la amiga Riky, Larvis, Rosendo, y otros tantos más, docentes completamente comprometidos con la educación, con la construcción de la Patria. A todos ellos y ellas, vayan mis respetos.

Finalmente para cerrar está catarsis que puede ser tan soporífera como emotiva, agradezco a la vida, al universo o a quién sea, ya que no soy un hombre que crea en entidades judeo-cristianas, el haberme encontrado con todos los alumnos y alumnas que me crucé en estos primeros años de docencia. Sin lugar a dudas no sería la persona que soy hoy, mejor que la que era hace 7 años cuando me inicié en la docencia, sino fuera gracias a lo que aprendí de ellos y ellas. Gracias a ustedes, crecí, aprendí, mejoré en tantos aspectos que sería imposible enumerarlos a todos. A ustedes, mis respetos, mi agradecimiento incondicional. En el mientras tanto, seguiremos en la lucha docente, porque como dije, nadie me va a decir cuando se termina una batalla. Retroceder nunca, rendirse jamás. Viva la patria, viva la docencia y vivan nuestros pibes y pibas.