Nada

Cuando la humanidad despertó aquel día, el Sol no apareció en el horizonte.

Durante los primeros minutos nadie le dio demasiada importancia. Todos estaban muy ocupados preparándose para sus trabajos y sus vidas, pero las horas pasaban y el cielo no se iluminaba. Entonces comenzaron a preocuparse. La gente miraba sus relojes y los agitaban junto a su oído, pensando si acaso estarían estropeados, pero el Sol continuaba sin salir.

Científicos de todo el mundo estudiaron el fenómeno, y cuando obtuvieron las imágenes de los satélites que circundaban la Tierra advirtieron con estupor que el Sol había desaparecido. No había rastro de él por ninguna parte. Se registró hasta el último rincón del sistema solar recurriendo a los telescopios más potentes, pero el resultado siempre fue el mismo.

El Sol, sencillamente, se había esfumado.

Los primeros signos de la falta de luz y calor fueron visibles muy pronto. Las personas estaban más irritables. Los animales comenzaron a alterar su comportamiento, y las cosechas se resintieron. En los países más septentrionales la gente que no tenía recursos comenzó a morir de frío.

Pero la humanidad era fuerte, y luchó por sobreponerse a la adversidad. Las mentes más brillantes del planeta colaboraron entre sí para tratar de revertir la situación. Se dejaron a un lado las diferencias, las guerras y conflictos se olvidaron. En solo unos meses crearon un ingenio nuclear capaz de emular al Sol mediante una batería atómica de larga duración. Lo llamaron Sol-1. El lanzamiento, coordinado entre varios países, fue un éxito. Cuando el artefacto alcanzó una órbita estable alrededor de la Tierra entró en funcionamiento, y comenzó a proporcionar luz y calor a los seres humanos, creando un ciclo similar al del Sol. La humanidad lo había conseguido.

Una semana después, la Luna desapareció del cielo.

Después de la experiencia anterior los científicos ya no intentaron averiguar lo que ocurría. No había tiempo. Las mareas, privada la Tierra también de la gravedad del Sol, desaparecieron, y con ellas el transporte de nutrientes y microorganismos del que dependían las formas de vida marinas. Sin la Luna actuando como estabilizador, la Tierra comenzó a inclinarse perezosamente sobre su eje, lo que acabaría teniendo resultados catastróficos.

Pero la humanidad, una vez más, respondió con determinación. Habían superado la desaparición del Sol, y sin duda también lo harían con la de la Luna. En distintas factorías del planeta comenzaron a construirse módulos independientes, que al unirse formarían un satélite artificial que generase una atracción gravitatoria equivalente a la de la vieja Luna. Las distintas partes se construyeron en tiempo récord, y fueron enviadas al espacio por separado. Allí, un equipo de astronautas de varias naciones ensamblaron Luna-1. El proceso fue un éxito, y una vez que el nuevo satélite comenzó a orbitar alrededor de la Tierra, en perfecta sincronía con Sol-1, la situación en el planeta volvió a estabilizarse.

El tiempo transcurrió, y los humanos olvidaron lo que había ocurrido. Tenían un nuevo Sol y una nueva Luna que les permitían seguir con sus apacibles vidas. Pero la ciencia, una vez superada la crisis, continuó buscando respuestas. Se utilizaron los telescopios más avanzados de la Tierra para otear el espacio exterior, y los científicos observaron con pasmo que se estaba empezando a encoger. A encoger no, pensaron después. A desaparecer. Las constelaciones se esfumaban una tras otra, dejando solo un espacio negro en su lugar. Los planetas, las estrellas y los cometas eran reemplazados por la oscuridad.

Cuando se hizo público el descubrimiento la humanidad entró en pánico. Habían superado la desaparición del Sol y la Luna, pero esto era demasiado. El extraño fenómeno alcanzó el borde del sistema solar. Plutón, Neptuno y Urano dejaron de existir de un día para otro. El resto de los compañeros de la Tierra durante eones siguió pronto su camino. Solo quedó la Tierra, esta vez sí en el centro del universo. Cuando desaparecieron los satélites de comunicaciones estalló el caos. La gente comenzó a reunirse en grupos aleatorios, buscando compañía y refugio ante el incierto desenlace que se abría ante ellos. Luna-1 fue engullida por la oscuridad, seguida por Sol-1, lo que dejó al planeta sumido en una opresiva oscuridad. La Estación Espacial Internacional se evaporó, llevándose consigo las primeras vidas humanas que el extraño fenómeno se cobraba. En la esfera azul que había sido hogar de la humanidad durante tanto tiempo ahora se guardaba un silencio expectante. Todos miraban al cielo, pensando qué habrían hecho mal, en qué se habrían equivocado. Rezando por tener otra oportunidad para hacer las cosas de otra manera, para tratar al planeta como el hogar que siempre fue.

Y entonces desapareció la Tierra, y solo quedó la nada más absoluta.


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