Idealizar

Idealizar a las personas es una cosa dolorosa. Pienso en cómo idealizamos a las personas para no sufrir, pero a largo plazo eso nos hace sufrir más. Uno mira a la persona y dice: ¿con esta persona estaba compartiendo? y de repente, la persona resulta ser un ser extraño, como sacado de un libro, de alguna caricatura... yo no sé si es que vemos a las personas como son, o es que la distancia, el dolor, nos vuelven diferentes. La distancia también ayuda a mirar el cuadro completo... una de las grandes desventajas de la vida de pareja es que es muy fácil olvidarse de una misma.

Tenemos una noción de fracaso muy curiosa. Cuando hablamos de la vida, ¿realmente qué significa fracasar? Es una palabra muy fuerte. Es que al final vamos a fracasar en la vida porque vamos a morir. ¿No es ese el máximo fracaso? Pero pienso que pocas cosas son realmente un fracaso, porque todo eso que aprendimos de los procesos se quedan con nosotras, nos nutren, nos van guiando, nos dicen por donde sí y por donde no. Últimamente he estado comprando plantitas. Me he dado cuenta que algunas van muy lento, otras sólo abren una vez al año, algunas otras se marchitan sin saber uno bien porqué, pero dejan pequeñas raicitas que las transplantas y de repente ya nació una nueva plantita. Me ha pasado que luego nacen plantitas de la nada traídas por la sabiduría del viento.

Yo creo que en algunos aspectos somos similares. Entonces a veces podemos tardar mucho tiempo en abrir nuestros pétalos, o mucho tiempo en encontrar un propósito, pero luego vienen los cambios, llega el invierno y esos propósitos se marchitan y hay que prepararse para encontrar algo nuevo con que florecer, pero debemos esperar hasta que llegue la primavera, no podemos forzarla. Lo que quiero decir es que no es necesario forzarse a tener propósito. Entiendo que es doloroso, eso sí, y hay que sobrellevar ese dolor hasta que el sol caliente de nuevo el hermoso verde que nos rodea.

hace poco vi una de las películas nominadas al Oscar. Se llama “Días Perfectos”. La película es básicamente sobre un hombre que limpia baños en Tokyo -un trabajo que podríamos considerar poco digno para nuestras altas ambiciones de vida- y que simplemente encuentra placer en sus días con cosas muy sencillas. ¿no es acaso el propósito de la vida vivirla? ¿de dónde vienen estos mandatos de que todo el tiempo tenemos que estar haciendo cosas increíbles, fuera de serie, importantes? ¿acaso cuidar mis plantitas no es parte de vivir? ¿preparar una rica comida? lo que me dejó la película es que incluso en los días que nos sobrepasa el dolor, el llanto, la frustración, nuestros días son perfectos porque seguimos vivas, seguimos nutriendo lo que nos da vida, aliento, la gente que nos rodea... me ha dejado pensado mucho la película y me sigue reafirmando la necesidad de volver a lo esencial.

Entonces es normal que tus raíces se sientan solas. ¿Pero qué otras cosas vas a sembrar en tu pedacito de tierra? El placer de cocinar, la serenidad de ir en Uber, los consejos de tu madre y sus apapachos, esas nubes que a veces miras de reojo y te impresiona cuando la luz del sol les atraviesa... en estos días del viento de febrero nada más veo como los árboles bailan y se comunican y como me da pena no entender lo que se estarán diciendo.

después de haberme matado en y por el trabajo comprendí que la vida era algo más que un propósito, que los KPIs, que un gran proyecto y la adulación de las demás personas por mis logros. la vida, si lo vemos de cerca, es despertar con una respiración profunda, levantarse, caminar un poco, tomar ese delicioso café, llorar por quienes no están, extrañar su presencia, a veces soñarles, a veces sentir rabia y coraje hacia sus personas, salir, dejarse afectar por otras personas, en días hablar con una persona desconocida y explorar un poco de su pedacito de tierra, algunas raíces, ver que también esas otras personas están un poco marchitas o recién floreciendo de nuevo... la vida es eso, el proceso de estar vivas, de que plantas y animales nos encomienden su vida, de dejar que las personas que amamos nos encomienden algo de su vida y disfrutar eso, y en días sufrirlo y llorar y no querer levantarse.

en el mundo de las plantitas todo se transforma. y ese amor que tuviste ahora es una composta o un abono que no sabemos que cosas van a crecer ahí. y tal vez a veces te reproches de que no veas brotar nada de ahí, pero la composta está haciendo su trabajo. un día veremos que nace y nos contarás y volverá a florecer algo por ahí. ahora sólo queda esperar con tus hojas marchitas a que llegue el sol. el sol siempre sale, tarde o temprano, pero no a nuestros ritmos, sino a los ritmos del mundo: escuchar, navegar, estar preparadas, es lo poco que podemos hacer. la confusión es incómoda, pero no es mala, es un proceso de reorganización interna.

Sé que no es fácil. Pero podemos encontrar un tiempo para encomendarnos nuestros dolores un ratito con un poco de café o té y dejar que la otra siembre algo por ahí, y ver que sale: nunca se sabe. De sorpresa aparecieron unas cebollitas por ahí, fue tremendo.

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