Artilugios

Heridas de abandono

Hoy desperté con una sensación de estar completamente aislado del mundo; aunque esto no es del todo así sí es un poquito la verdad. Hace unos meses decidí eliminar mis redes sociales, todas excepto Whatsapp por cuestiones laborales. Esto me ha traído algunas consecuencias positivas y otras negativas. Comenzaré con las positivas:

  • Más consciente de mí mismo: He tenido la oportunidad de estar más presente para mí mismo. Siento que al no tener que atender constantemente a las notificaciones del celular puedo estar haciendo más cosas sin estar desviando constantemente mi atención.
  • Comunicación más significativa: Siento que ahora me comunico con mucha más profundidad con las personas, ya sea porque cada vez que se me ocurre decir algo no voy inmediatamente al celular para mandar un mensaje y decirlo o porque la ausencia de las personas hacen que valore más su presencia.

Antes de pasar a las partes negativas debo decir que descubrí que en gran medida traigo una herida de abandono que me ha hecho resentir más la sensación de aislamiento que nos viene a todes de vez en cuando. Cuando me siento aislado siento que es porque mis amistades me han abandonado, no les intereso por eso no me buscan, no les importa y un largo etc. Drama, drama y más drama.

Entonces, lo negativo de dejar las redes ha sido:

  • Sentirse fuera de sintonía: A veces mis amistades se enteran de inmediato de lo que alguien en nuestro grupo hizo, pero yo no me entero y no cacho tal vez los chistes locales o la situación hasta tiempo después.
  • Tener que esperar cuando se necesita apoyo: Muchas veces cuando estoy en un mal día ya no puedo recurrir con tanta facilidad a las personas y platicar en ese mismo instante en que la tristeza u otra emoción aparecen.

En parte también soy consciente que tampoco hago un esfuerzo tan consciente por buscar a las persona cuando estoy bien. Estuve analizando que también yo a veces me aislo de manera voluntaria y hay días en que me pega.

Lo que sí puedo decir es que, en general, me siento mucho más tranquilo sin ser parte del drama, pero sobre todo, de la velocidad de las redes sociales. Me he dado cuenta que mi mente se abruma fácilmente cuando es bombardeada por tanto contenido en tan poco tiempo.

Estoy ideando un poco como mantenerme más cercano a las personas que amo sin tener que recurrir a las redes centralizadas y privativas, tomando en cuenta que la mayoría de esas personas no quieren utilizar redes como Mastodon, Pixelfed o Bookwyrm.

Hoy fue un día en el que esa sensación de aislamiento me dolió, pero seguro mañana estaré mejor.

@guru@todon.eu

Idealizar

Idealizar a las personas es una cosa dolorosa. Pienso en cómo idealizamos a las personas para no sufrir, pero a largo plazo eso nos hace sufrir más. Uno mira a la persona y dice: ¿con esta persona estaba compartiendo? y de repente, la persona resulta ser un ser extraño, como sacado de un libro, de alguna caricatura... yo no sé si es que vemos a las personas como son, o es que la distancia, el dolor, nos vuelven diferentes. La distancia también ayuda a mirar el cuadro completo... una de las grandes desventajas de la vida de pareja es que es muy fácil olvidarse de una misma.

Tenemos una noción de fracaso muy curiosa. Cuando hablamos de la vida, ¿realmente qué significa fracasar? Es una palabra muy fuerte. Es que al final vamos a fracasar en la vida porque vamos a morir. ¿No es ese el máximo fracaso? Pero pienso que pocas cosas son realmente un fracaso, porque todo eso que aprendimos de los procesos se quedan con nosotras, nos nutren, nos van guiando, nos dicen por donde sí y por donde no. Últimamente he estado comprando plantitas. Me he dado cuenta que algunas van muy lento, otras sólo abren una vez al año, algunas otras se marchitan sin saber uno bien porqué, pero dejan pequeñas raicitas que las transplantas y de repente ya nació una nueva plantita. Me ha pasado que luego nacen plantitas de la nada traídas por la sabiduría del viento.

Yo creo que en algunos aspectos somos similares. Entonces a veces podemos tardar mucho tiempo en abrir nuestros pétalos, o mucho tiempo en encontrar un propósito, pero luego vienen los cambios, llega el invierno y esos propósitos se marchitan y hay que prepararse para encontrar algo nuevo con que florecer, pero debemos esperar hasta que llegue la primavera, no podemos forzarla. Lo que quiero decir es que no es necesario forzarse a tener propósito. Entiendo que es doloroso, eso sí, y hay que sobrellevar ese dolor hasta que el sol caliente de nuevo el hermoso verde que nos rodea.

hace poco vi una de las películas nominadas al Oscar. Se llama “Días Perfectos”. La película es básicamente sobre un hombre que limpia baños en Tokyo -un trabajo que podríamos considerar poco digno para nuestras altas ambiciones de vida- y que simplemente encuentra placer en sus días con cosas muy sencillas. ¿no es acaso el propósito de la vida vivirla? ¿de dónde vienen estos mandatos de que todo el tiempo tenemos que estar haciendo cosas increíbles, fuera de serie, importantes? ¿acaso cuidar mis plantitas no es parte de vivir? ¿preparar una rica comida? lo que me dejó la película es que incluso en los días que nos sobrepasa el dolor, el llanto, la frustración, nuestros días son perfectos porque seguimos vivas, seguimos nutriendo lo que nos da vida, aliento, la gente que nos rodea... me ha dejado pensado mucho la película y me sigue reafirmando la necesidad de volver a lo esencial.

Entonces es normal que tus raíces se sientan solas. ¿Pero qué otras cosas vas a sembrar en tu pedacito de tierra? El placer de cocinar, la serenidad de ir en Uber, los consejos de tu madre y sus apapachos, esas nubes que a veces miras de reojo y te impresiona cuando la luz del sol les atraviesa... en estos días del viento de febrero nada más veo como los árboles bailan y se comunican y como me da pena no entender lo que se estarán diciendo.

después de haberme matado en y por el trabajo comprendí que la vida era algo más que un propósito, que los KPIs, que un gran proyecto y la adulación de las demás personas por mis logros. la vida, si lo vemos de cerca, es despertar con una respiración profunda, levantarse, caminar un poco, tomar ese delicioso café, llorar por quienes no están, extrañar su presencia, a veces soñarles, a veces sentir rabia y coraje hacia sus personas, salir, dejarse afectar por otras personas, en días hablar con una persona desconocida y explorar un poco de su pedacito de tierra, algunas raíces, ver que también esas otras personas están un poco marchitas o recién floreciendo de nuevo... la vida es eso, el proceso de estar vivas, de que plantas y animales nos encomienden su vida, de dejar que las personas que amamos nos encomienden algo de su vida y disfrutar eso, y en días sufrirlo y llorar y no querer levantarse.

en el mundo de las plantitas todo se transforma. y ese amor que tuviste ahora es una composta o un abono que no sabemos que cosas van a crecer ahí. y tal vez a veces te reproches de que no veas brotar nada de ahí, pero la composta está haciendo su trabajo. un día veremos que nace y nos contarás y volverá a florecer algo por ahí. ahora sólo queda esperar con tus hojas marchitas a que llegue el sol. el sol siempre sale, tarde o temprano, pero no a nuestros ritmos, sino a los ritmos del mundo: escuchar, navegar, estar preparadas, es lo poco que podemos hacer. la confusión es incómoda, pero no es mala, es un proceso de reorganización interna.

Sé que no es fácil. Pero podemos encontrar un tiempo para encomendarnos nuestros dolores un ratito con un poco de café o té y dejar que la otra siembre algo por ahí, y ver que sale: nunca se sabe. De sorpresa aparecieron unas cebollitas por ahí, fue tremendo.

Mastodon @guru@todon.eu

Estimada A:

Volví a soñarte. Como te aferrras al mundo de mis sueños y como apareces en momentos en los que creo haberte soltado por completo.

En aquel sueño yo no era más que una persona común. Trataba de encontrar mi camino entre los mares de gente y darle un poco de sentido a mi existencia, un poco como en esta vida real. Estaba tratando de conseguir una clase en la universidad y convenciendo a la encargada de que me diera más horas. Me planté fuera de su oficina esperando encontrarla hasta que por fin me informó que se habían abierto algunas horas.

Tomé el colectivo de regreso a casa y fue cuando te vi. Venías caminando con un par de tus amigas con mucho entusiasmo, haciéndolas reír mucho. Siempre has sido una persona muy carismática, como un imán de personas que sabes ganártelas de inmediato. Pero noté, desde el colectivo, que cuando tus amigas se habían ido tú te quedaste llorando, con mucha tristeza. Sabía que ya no era mi obligación bajarme para consolarte, que tú ya tienes tu vida y yo la mía, y que si acaso nos comunicamos de repente es por pura cortesía.

Pero sucedió algo inesperado. Una vez que te limpiaste tus lágrimas mudaste de ropa gracias a la magia de los sueños. Te veías incréible, con un gran vestido colorido y tu peinado era una cola de caballo bastante elegante. Te dijiste a tí misma, pues no habías advertido que yo te miraba desde lejos, que irías a una cita con A.M. Fue ahí cuando un poco sentí los celos corroerme de nuevo, a pesar de los años que han pasado.

El colectivo aceleró de nuevo y yo me quedé llorando. La gente me miraba con un poco de lástima.

Siempre he pensado que los duelos de pareja tardan, tienen sus matices, van y vienen. A veces las personas se nos aparecen en sueños, en pensamientos, en una canción, no siempre de la misma manera. Yo siempre te recordaré con el mayor de los cariños, pues realmente nunca me hiciste algún mal que viniera desde la malicia.

Creo que hay una parte de mí que le gustaría bajarse de ese colectivo imaginario para seguirte ayudando y sanando tus heridas, por las personas que te han lastimado en estos años, las que se han alejado, las que te han confundido y por las malas decisiones que has tomado. Pero mi colectivo llamado vida debe seguir, y aunque sienta toda la tristeza del mundo cuando sé que algo malo te ha pasado, ya no me corresponde resolver nada.

Hemos intercambiado algunos correos en meses recientes. Estos correos para mí han sido sanadoras, parte de nuestro proceso de duelo y de sanación. Pero hay que entender los límites. Mandar un correo no es lo mismo que resolver ni querer volverse a colar en la vida de alguien más. Me gusta tu manera de escribir, a ti te gusta la mía. Nos gusta compartir algunas vivencias y algunos consejos de vida. Pero ahí el límite, el límite que nos separa y nos seguirá separando. Nuestro viaje de vida tuvo su fin, y a veces, queda la nostalgia de algo que ya no es y que se cuela en mis sueños recién comienza febrero.

Tú: Recuerdo cuando nos conocimos cerca de aquel bar. Me saludaste con un abrazo cálido, lo recuerdo bien. ¿Tú tienes algún recuerdo de ese día? Ese día traté de impresionarte con palabras grandilocuentes, hablando sobre jazz y teoría social latinoamericana. Tal vez supusiste que genuinamente quería cambiar al mundo de un resoplido y que quería organizar alguna guerrilla urbana al sur de esta ciudad cansada.

Pocas veces agradezco al cielo y a la tierra el día de ese encuentro. Mi cunpleaños estaba a la vuelta de la esquina y coronaste el día con un beso de madrugada a mitad de nuestra borrachera.

Platicar contigo siempre ha sido fácil. Aún cuando tenía que arrancar de ti las palabras con preguntas y cuando tenía que compartir aliento contigo después de cruzar una calle con semáfotos discontinuos.

Viajamos varias veces esperando conocernos mejor, ver en el otro una comprensión fuera de todo enigma (y es que nos rodeaban tantos enigmas en aquellos días). En estos días sigo queriendo cambiar este viejo mundo con esas herramientas y esas metáforas de siempre, las mismas cantaletas y los mismos lugares comunes.

Ahora que vivimos juntos me pregunto si sentirás que sigo siendo un personaje extraño con todas las manías que salen de mis manos y todo el lenguaje inventado hasta el día de hoy. Palabras que se secan al borde de las árboledas y los campos de fútbol.

Granjearnos con los vecinos nunca ha sido lo nuestro y sin embargo hay un encanto en escuchar sus historias, como libros abiertos que se auto enaltecen de sus proezas de hace tantos años, seguros de que no tenemos manera de comprobar la veracidad de su narrativa.

No olvido tu tesis de jazz cubano, del cubop y la intensidad de la revolución cubana y la cultura en América Latina. Pero sobre todo no olvido nuestras ideas sobre el auto cuidado, la calma, los pasos conscientes y las respiraciones numeradas, el presente hecho eternidad y la capacidad que tenemos de regresar a nuestro origen. Ese origen que parece un obelisco antiguo en medio del desierto o de la playa.

¿Recuerdas esas madrugadas llenas de angustias? Sentía que mi cuerpo iba a apagarse a mitad de la calle. Todas esas energías puestas en nuestra supervivencia, lejos del arte, lejos de las palabras elocuentes y de las grandes empresas humanas. Sólo quedaba el miedo terrible de convertirse en polvo. Arrastrábamos nuestro cuerpo como cadáveres anticipados. Hoy nuestra sangre recorre nuestro cuerpo como esos ríos del Atlas de las infancias, aunque debo decirlo, la falta de hierro en tu sangre me preocupa.

Hay tanto que agradecer. Como en aquellos días que cuidabas de mis pensamientos con palabras que sonaban a atardeceres en la playa, que hacían un sonido hueco y un susurro catatónico en medio de dos grandes montañas. ¿Hasta dónde puede llegar la intimidad entre dos personas que se aman? ¿Acaso existe un límite a aquello que no puede medirse con instrumentos humanos?

Porque cuando digo que tomamos el sol y las palabras nos brotan como nuestras lavandas, las albahacas, la triste nochebuena que se aferra a vivir, y todas aquellas plantas que aún no son, cuando digo que tomamos el sol no puedo evitar evocar lo cercana que se siente tu palabra, lo familiar que nos es todo cuando estamos junts y nos reencontramos después de vigilar el despertar del sol.

Anticípate. Te observo. Te leo. Te amo. Te soy.

Para ti con cariño, Crs