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La Ciudad

La Ciudad es sucia aunque barre la basura bajo la alfombra. La habitan los autos y la visitan las personas. Todos son turistas, salvo los que no pueden darse el lujo de serlo. La Ciudad tiene miedo, y se esconde detrás de una gruesa ,aunque invisible, muralla. Vive de espaldas al mundo, pero se cree el mundo todo. Fabrica un mundo a su imagen y semejanza , y a él le rinde culto. La Ciudad tiene tantos nombres que no tiene ninguno. Duerme con los ojos abiertos, y espera a su príncipe azul rodeada de proxenetas. Ha perdido la inocencia, pero de vez en cuando luce su máscara de ingenua. La Ciudad olvida cada día y premia a quienes la traicionan. Muchos le han jurado amor. Pocos han cumplido. Miente con su edad y destruye su propio rostro. Quiere ser joven por siempre, mientras se finge mayor. La Ciudad odia el fracaso. Ay del que caiga en ella, sin piedad será aplastado. Egoísta y quejosa, cree merecerlo todo sin dar nada a cambio. Resignada, la Ciudad juega a que no existe el mañana y apuesta contra cartas marcadas... Pero esa no es la única Ciudad. La Ciudad es también la de la memoria paciente, la de la justicia largamente buscada, la de la generosidad conmovedora, la del llanto agradecido a sus héroes y mártires... Esa Ciudad no está sola y la esperan...

Los ladrones de sueños

Todo comenzó lentamente. Venían de noche, sin que nadie lo notase y se robaban los sueños. Nadie se dio cuenta, nadie excepto Casandra. Al día siguiente las personas afectadas lucían cansadas y agresivas… Ella trató de advertirles contando lo que había descubierto pero nadie le creyó. La trataron de loca. Atribuyeron el mal humor a cuestiones personales, y el cansancio a pereza. Los afectados aumentaron, y la indiferencia por el prójimo y la competitividad fueron los síntomas principales. Finalmente todos resultaron afectados, y fue entonces cuando ellos se mostraron. Llegaron un día y se apoderaron de todas las empresas y del gobierno. Vendieron sus activos a compradores ignotos y destruyeron lo que no podían vender . Mientras tanto, les decían a la gente que esa era la prosperidad y la libertad. Los compradores también se dedicaron a destruir lo recibido, y cuando no quedó nada por destruir se fueron. Los recién llegados también se marcharon, prometiendo volver cuando “fueran más eficientes”, diciéndose por lo bajo que eso nunca ocurriría porque eran inviables. Sólo Casandra los escuchó, pero esta vez no dijo nada. Ya no le importaba…

Un evento desafortunado

Érase una vez un mundo sin magia... A pesar de las distintas generaciones que nacieron y murieron soñando con la magia, ella nunca había tocado aquel lejano rincón de ese universo olvidado. Un universo olvidado, apartado y dejado sin supervisión, por guardianes que desdeñaban la existencia de un mundo ajeno a la magia. Tal vez por eso no se descubrió lo sucedido hasta que fue demasiado tarde. Una pluma mágica cayó en un rincón del tercer planeta de una estrella,una de tantas en su galaxia. Y un ser humano, habitante de dicho planeta, la tomó. Y la usó para escribir historias. Sus historias se hicieron realidad y pronto el caos reinó en el multiverso. Porque sus historias habían destruido la esperanza, e invocado a la nada y al olvido, las fuerzas que todo lo devoran, en un intento fallido de reemplazar a un personaje muerto que era antipático y que había matado por eso. Nadie en el multiverso estaba a salvo. El hombre, un anciano aparentemente inofensivo, nunca supo de las consecuencias de sus actos. Murió pacíficamente en su lecho, rodeado de sus seres queridos, mientras el multiverso era progresivamente consumido por la nada y el olvido. Ni siquiera su universo se salvaría al final ...