from El blog de un Absolute Beginner
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Migración de iOS a Android, 1 — Antecedentes
El pasado 4 de enero de 2024, tras la escucha de un episodio especial del pódcast “Applelianos” titulado Apple controla tu iPhone, tuve una gran revelación: de pronto sentí que me encontraba en un punto de no retorno en mi relación con Apple.
Todos sabemos que el ecosistema de Apple es uno de los engranajes más perfectos que existen en el mundillo tecnológico. Gracias a una minuciosa integración de sus dispositivos y su software con iCloud (su servicio de almacenamiento en la “nube”), Apple ofrece una comodidad y una productividad soñadas por muchas personas que, cuando emplean un dispositivo electrónico, quieren que todo funcione y que nada les arruine su experiencia de entretenimiento o de trabajo. Desde los tiempos de Steve Jobs y del primer Macintosh (enero de 1984), los productos y servicios de Apple siempre han estado dirigidos a dar la mejor experiencia de usuario, de manera que este no tenga la necesidad de saber cómo funcionan por dentro el hardware o el software de una computadora o de cualquier otro dispositivo electrónico, desde el Macintosh hasta las Vision Pro.
Apple “cuida” (o más bien, monitorea) la experiencia del usuario hasta el punto de anular su capacidad de decidir lo que es mejor para él: la compañía decide por él y se adelanta a sus necesidades, y en verdad el usuario se suele sentir satisfecho con las decisiones que Apple toma por él. En tiempos de Steve Jobs (anterior CEO de Apple), se decía que él sabía de antemano lo que el usuario necesitaba y, por eso, los nuevos productos de Apple siempre eran un éxito de ventas. De hecho, muchos de esos usuarios son conscientes de ello y aceptan de buen grado que Apple imponga sus propias normas en el uso de los dispositivos de su marca. Es lo más parecido a lo que coloquialmente se llama “pactar con el diablo”.
Mi primer contacto con Apple se remonta a principios del año 2016. Por aquel entonces, yo era usuario de un Samsung Galaxy S3, y un buen día la batería del móvil empezó a fallar estrepitosamente. Un dato curioso es que la batería de ese modelo de Samsung aún se podía extraer y sustituir por otra. Ante la posibilidad de comprar una nueva batería, decidí que era hora de cambiar de móvil y dar el gran salto a iPhone. La diferencia de precio era considerable, pero había echado el ojo a un modelo antiguo que vendían en la tienda k-tuin a precio rebajado: un iPhone 5S de 2013, con un procesador de 64 bits, 32GB de almacenamiento y, en mi opinión, uno de los mejores diseños históricos del iPhone.
Al adquirir un iPhone y entrar en el mundillo de Apple, sentí como que estaba jugando en una liga más avanzada, que estaba en otro nivel muy por encima de los demás dispositivos móviles de Android. Los podía mirar por encima del hombro y quedarme tan ancho. En esa época, la brecha entre Apple y el resto de competidores era considerable, y Android todavía era un sistema operativo claramente inferior a iOS. A partir de ese momento, como ha pasado a tantos otros usuarios de Apple, empecé a entrar poco a poco en su ecosistema: en 2018 me compré un iPhone Xr; en 2019, un iPad de 6a generación (2018); en 2020, unos AirPods de 2a generación (2019); en 2021, el Apple Watch SE; y en 2022, el MacBook Air con M1 (2020). En 2022 ya estaba metido de lleno en el ecosistema de Apple, aunque me faltaban algunos productos minoritarios como el Apple TV, el HomePod o los AirTags.
Durante estos 8 años como propietario de productos de Apple he podido descubrir cómo es la política de la compañía en muchos aspectos de la producción, venta y posventa. El punto más importante ha sido la constatación de que no poseo los artículos de Apple que compré (de ahí la cursiva de la palabra “propietario”) y de que estoy en manos de las decisiones arbitrarias (cada vez lo son más) de Apple. Os pondré varios ejemplos:
a) Si compras un iPhone, un iPad o un MacBook, ten en cuenta que Apple controla todo su software y hardware a través de las actualizaciones. Apple puede hacer que cualquier elemento del hardware deje de funcionar, así como descontinuar o desinstalar cualquier aplicación que hayas instalado previamente en tu dispositivo.
b) Si compras música o películas en la tienda de Apple, puede darse el caso de que alguno de esos artículos desaparezca repentinamente del catálogo y que no puedas volver a disfrutarlo. Hace unos años Amazon hizo algo semejante al retirar ciertos libros de la tienda Kindle (su lector de libros electrónico). Además, su disfrute tiene que ser obligatoriamente en un dispositivo o plataforma de Apple. Ya no es como comprar un disco de música o una película en cedé y reproducirlo donde quieras y cuando quieras. Por supuesto,
c) Si tu dispositivo se estropea y debes repararlo, no puedes ir libremente a cualquier tienda de reparaciones sin perder instantáneamente la garantía de reparación de Apple. Si decides ir a un técnico autorizado, cualquier mínima reparación te puede costar un ojo de la cara. Para que las reparaciones te cuesten menos, debes contratar un seguro llamado Apple Care cuando compras el dispositivo. Gran parte de la seguridad que brinda Apple a sus usuarios está basada en hacerte pagar más por todo, a veces sin razón aparente.
d) Los productos de Apple son el ejemplo más claro de obsolescencia programada porque todo está preparado para que el nuevo modelo de iPhone, de iPad o de MacBook sea más deseable y atractivo, a pesar de que sus capacidades sean similares a las del que ya tienes. En muchas ocasiones los usuarios de Apple se ven obligados a comprar un nuevo dispositivo porque uno de los componentes de hardware no funciona y el servicio técnico no está dispuesto a repararlo o sustituirlo, o bien te ofrece hacerlo por un precio excesivo.
e) Los dispositivos de Apple están diseñados para que sea muy difícil (si no imposible) repararlos sin pasar por un servicio técnico oficial, lo cual implica un sobrecoste a veces inasumible o simplemente superior al del precio del propio dispositivo. Además, todos los componentes de Apple tienen su número de serie que es analizado por el software cada vez que arranca, de manera que, si se detecta un componente nuevo que no sea oficial, el dispositivo puede dejar de funcionar total o parcialmente. La reparabilidad de estos dispositivos es casi nula, salvo que solicites a la compañía el préstamo de un kit de reparación de Apple que, para más inri, te supone adelantar una suma de dinero considerable para asegurar su devolución una vez finalizado el plazo de tiempo que dure la reparación. Todo ello, a pesar del compromiso oficial de Apple de reducir a la mínima expresión para 2030 su huella de carbono en el proceso de producción, venta y posventa de sus productos. Ellos son los que deciden si un producto es reparable, o si no lo es y tienes que cambiarlo por uno nuevo. Incluso te ofrecen una pequeña suma de dinero por tu viejo dispositivo para así poder reciclar sus piezas y reutilizar los materiales en la fabricación de nuevos productos. Todo ello conforma una curiosa manera de “cuidar” del medio ambiente.
Esa política de Apple de cara a la sostenibilidad, la privacidad y el “ecologismo” (entendido de una manera muy particular) al final te hace reflexionar sobre tu forma de pensar y de actuar cuando empleas productos de Apple, sobre aquellas decisiones con las que no estás de acuerdo y sobre si vale la pena seguir en el ecosistema pagando un precio tan alto económica y éticamente. Entonces, un día decides que la solución no es esquivar esas incongruencias, sino apartarlas de tu camino para siempre. Es por eso que he decidido romper con el ecosistema de Apple y pasarme a Android como primer paso. No obstante, no me quiero pasar a Android de la mano de Google, lo cual sería una metedura de pata. Quiero pasarme a una variante de Android que no emplee y no dependa de los servicios de Google, es decir, un Android 'desgoogleizado' (ungoogled Android), como puede ser el sistema operativo /e/OS de la e Foundation. Además, el móvil elegido sería el Fairphone 5, de la marca Fairphone, que fabrica los teléfonos móviles más reparables del mundo, con una nota de 10/10 en reparabilidad según iFixit, empresa estadounidense especialista en la reparación de dispositivos.
Espero que os haya gustado el aperitivo. Esto no ha hecho más que comenzar.